En el Fausto de Goethe, rompiendo la interpretación tradicional, Dios salva al protagonista de la perdición, pues "un hombre bueno, por oscura que sea su aspiración, siempre conoce el camino verdadero". Insatisfecho por el conocimiento intelectual y científico, ofrece su alma a cambio de un momento de experiencia que le dé satisfacción total. No le bastan las bajas pasiones, pero halla el sentido de la vida en el amor constante de una joven campesina a la que sedujo y abandonó. Su salvación es la aspiración del poeta a una mejor sociedad humana: el hombre puede lograr el bien a pesar de la maldad de su apariencia.
Acabo de sellar el pacto, rúbrica hematológica mediante. No sé aún si en busca de esos 24 años de placeres o de ese segundo de redención. Dios/Satán dirá.
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