sábado, enero 25, 2014

Entre las diez y las diez y media


Fue en el año 1500 -y no digo eso por decir un año sino porque así fue-, que una expedición parte de Europa rumbo a la India (aquel país donde fuiste feliz). Entre el elenco se destaca un navegante portugués llamado Pedro -y no digo eso por decir un nombre sino porque así se llamaba: Pedro Álvares Cabral-. Como suele ocurrir hasta en las mejores familias, nuestro Pedro quería protagonismo, y llegando a Cabo Verde se desvía de la ruta establecida. En el mes de abril de aquel año llega, por causalidad (sic), a una tierra que en su momento fue llamada Isla de Vera Cruz. Esa tierra, que de isla no tiene nada, a no ser que lleguemos a un acuerdo colectivo y llamemos isla a cada continente -y no digo eso por decir sino porque me gusta que las cosas sean llamadas por su nombre-, fue llamada Tierra de Santa Cruz para acabar siendo conocida hoy como la tierra del futebol, el samba, las praias, las havaianas y la cerveja. A la sazón, mi nuevo hogar también conocido como Brasil.
A veces sucede que emprendemos un viaje sin saber muy bien dónde vamos ni qué es lo que vamos a descubrir. A veces sucede que cuando decidimos desviarnos del camino establecido, terminamos descubriendo un mundo maravilloso, donde cada día, cada aroma, cada sonido, cada sonrisa se transforman en una suma de pequeños descubrimientos que te llevan a un nivel de conocimiento superior: a un viaje interior cuyo destino es conocer la verdadera identidad, el verdadero deseo o el verdadero amor. Y no digo esto por decir, te lo digo por la propia experiencia.

Ahí enfrente tienen un nuevo fin de semana. Salgan a descubrir, desvíense del camino, rompan el itinerario establecido. Es una migaja de tiempo? Puede ser. Pero tómenlo como el comienzo de un viaje más largo. Que también existe vida de lunes a viernes. Y, al menos en mi caso, son esos días -que el capitalismo marcó como hábiles-, cuando la felicidad llega a mi vida entre las 10 y las 10 y media de la mañana. Have fun!

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