"In this world nothing can be said to be certain, except death and taxes."
Además del pararrayos, las lentes bifocales y el cuentakilómetros, Benjamin Franklin inventó esta frase. Y aunque se rumorea que no fue él el primero en decirla, prefiero pensar que fue otra de sus invenciones el día que le llegó una carta de la AFIP (pero la de allá). Ojo también la puede haber dicho cuando vino a buscarlo la parca pero si fuera así no me sirve para lo que quiero decir así que vamos a suponer que fue como yo digo. Punto.
Lo que quería decir, especialmente para ustedes los jóvenes, es que uno va por la vida gritando alegremente a quien quiera oír que nada lo va a sacar del camino que marca su vocación, que uno se la banca, que no lo hace por dinero, que lo importante es lo de adentro y todas esas cosas. Pero lo que uno no se imagina es la cantidad de efectos colaterales que implica seguir la vocación... hasta que recibe la carta de la AFIP. Y ahí se replantea la existencia misma.
La verdad, tendría que haber puesto un kiosco. Sabelo.
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